LOS SIGNOS
No es necesario esperar la llegada de un signo
para empezar a amar profundamente
un gesto, una mirada transparente,
un abismo de luces coloreado en espirales
por el alma infinita de un milagro.
No hay que invocar mensajes poderosos
para darse una vuelta por la vida
y preguntar al mundo qué espera de tus órganos,
qué espera de tus huesos,
qué espera de tu espíritu;
para anidar al sol de una esquina del barrio
y mirar las paredes,
que a veces necesitan un toque de pintura,
y contemplar el cielo
aunque a veces las nubes nos tapen sus azules.
No hay que esperar un golpe del azar
para agotar la tarde
hasta que el sol se esconda entre naranjas,
para fundirse en sueños
con el soplo callado de nuestros pensamientos.
No hay que esperar jamás las oportunidades.
Hay que agitar con fuerza las ojeras
y mirar con los ojos muy brillantes
las alas del instante regalado.
María Ángeles Chavarría (de Lo que sólo cuenta el alma)
Me alegra encontrarte por aquí, compañera. Muy buen poema.
Muchas gracias por leerme y por tus palabras.