El motor del cambio, y por tanto el proceso hacia él, es diferente para cada individuo. Hay quien lo vive en soledad mientras otros prefieren compartirlo y pedir asesoramiento. Cada caso es personal y único. Sin embargo, en lo que coincide la mayoría de personas que deciden “reinventarse” profesionalmente es en el deseo de desanclarse a partir de diversos sentimientos de insatisfacción. Por eso mismo, pese a lo difundido del término, prefiero hablar de “autodescubrimiento” que de “reinvención” en lo que se refiere al desarrollo personal y laboral. Si nos paramos a pensar, comprobamos que es menos agotador y más efectivo profundizar en quienes ya somos que volver a inventarnos cada vez que nuestro perfil o nuestra forma de ser no cuadra en los patrones que la sociedad modifica continuamente. Esta profundización no es estática y supone, por supuesto, una modificación de nuestra conducta y de nuestros pensamientos; sin embargo, supone una metamorfosis mucho más natural y coherente que el hecho de convertirnos en quienes no somos, incluso con brusquedad y prisas, solo porque lo exige el guion. Sigue leyendo «El motor del cambio»
Mes: julio 2018
Latidos
Quiero y me dejo querer.
Estreno contigo sentimientos silenciados
y comparto misterios entre risas de fiesta.
Puedo ser lo que soy
y aprendo a conocerte.
Me has regalado el viento, un desafío…
Un día, en mi soledad, te soñé;
y hoy, me aportas gotas de sueños
en cada huella que dejamos juntos.
Marcas el ritmo de la primavera y,
mes a mes, puedo ver tu corazón
en cada gesto.
Me has enseñado a soportar tempestades
y arropas con tu chispa mis dibujos de niña.
Descubro un pasaporte a las estrellas
cuando, con tu magia, rompes la monotonía.
Pienso en acuarelas desde que estás conmigo,
me disfrazas de reina cada vez que me miras.
Y, por fin, dejé mis amuletos
porque tú eres el trébol que oxigena mi alma.
(María Ángeles Chavarría, La mirada de alguien sin importancia, 1999)