Charlábamos tranquilos frente al mar melancólico.
Gaviotas en cascada.
Pensativa en la hamaca, se escapaba el instante.
La tarde era apacible.
Miraba el horizonte sintiendo eternidad.
La merienda interrumpió la colección de hilos.
Se estaba bien, unos junto a otros,
hablando en silencio.
Enlazaba momentos.
Las pausas de la charla adormecían.
La humedad era casi un hallazgo.
Todo parecía claro
y las transparencias hablaban con escalofrío.
La tarde ya era noche
y una manta entonces daba confianza
para seguir soñando.
Sin moverme de la terraza,
conquistaba el firmamento.
María Ángeles Chavarría, en La mirada de alguien sin importancia
Precioso poema que invita a la ensoñación. Felicidades.
Muchas gracias, Claudia.
Me ha encantado
Eres la mejor
Me alegra que te guste.
Puedes intuir de dónde procede la inspiración.
María Ángeles al leer este poema, algo de tu estilo me ha permitido hallar en tus versos mucha consonancia con mi forma de expresar mis sentimiento. Y eso me augura contigo fortalecer lazos de amistad… porque sinceramente, tu poesía me ha sonado interesante y elaborada casi a mi medida… te deseo muchos éxitos en tus proyectos presentes y futuros, Mujer.
Gracias por estas amistosas palabras.