NOVELAR las miradas

Encuentro inusual

ENCUENTRO INUSUAL

mujer3 La encontré en el barrio turco. Como quien encuentra una rosa en medio del desierto y se pregunta qué pinta allí una flor. Así estaba ella, en un estado demencial, con los harapos propios de un mendigo y acurrucada en una esquina. Una rendija de su gualdrapa me permitió entrever su espléndido rostro moreno sin señales de envejecimiento; pero lo que realmente me cautivó fueron sus enormes ojos negros. Reclamaban ayuda a gritos. El resto de los indigentes iba a la suya. Intentaban ganar la batalla a las pulgas y a otras artimañas mayores. Una anciana me ofreció unas flores mustias para los difuntos. “Mire usted, señorita, que les harán bien”. Pero ni siquiera esperó mi respuesta y siguió danzando con su cesta destartalada de flores muertas.

Eran poco más de las ocho de la mañana. Yo andaba buscando un reportaje sobre las terribles consecuencias de la Guerra del Golfo, cuando aparecí en uno de los barrios más pobres de Beirut. Anduve de un lado a otro durante largas horas. Por fin me detuve y permanecí un rato abstraída ante toda esa gente prácticamente ignorante de mi presencia, excepto la misteriosa mujer que clavaba sus ojos en mi rostro. Me dispuse a acercarme a ella. Otro mendigo me tendió una mano para que se la llenase con alguna moneda. Mientras busqué algo de dinero, la desconocida había desaparecido. Me sentí perdida. Esperaba que esa mirada cargada de dolor me llevase a alguna parte. Entretanto, un grupo de vagabundos mantenían un parloteo incomprensible para mí. Algunos incluso hablaban con una arrogancia que tal vez les había dado el sentirse dueños de sus propios pasos. Otros asentían cabizbajos, con ojuelos lacrimosos, menos orgullosos de su suerte. Yo continué un camino que no acababa de definir y vine a dar a un callejón donde asomaba el bello rostro que, hacía unos instantes, había desaparecido entre el gentío.

Ahora podía verla bien. Estaba de pie, frente a mí. Se adivinaba una extrema delgadez bajo las ropas andrajosas; no obstante, su porte aristocrático era el de un personaje con modales y una serena distinción. Sus ojos tenían demasiado brillo para el aspecto polvoriento que mujer1envolvía el resto de su cuerpo. No era excesivamente alta, más bien me pareció de estatura media, y sólo más adelante pude ver sus labios redondos y rojos como una cereza madura. Era evidente que pretendía hablarme, decirme algo; pero también me temía. Lo sentía en su mirada asustada. Por ello tomé la determinación de acercarme yo a ella. Tal como ya lo había intentado antes de que se escabullese.

–            ¿Eres de aquí?

Negó con la cabeza.

–            ¿De dónde? –insistí.

–            De Kuwait –respondió con un tono apenas perceptible.

–            Yo todavía vengo de más lejos. Me llamo Soraya –la miré esperando que me dijese el suyo.

–            Soy Lulua.

–            ¿Puedo ayudarte, Lulua? –pregunté por la inercia de una intuición.

–            Si quieres…

La llevé al hotel Phoenicia, donde me hospedaba. El salón principal era grandioso. Tenía una gran cristalera a través de la cual se veía el interior de la piscina. Era un hotel elegantísimo. Nada más llegar, me entregaron una tarjeta de identificación. Dicho carnet desplegado incluía un directorio de servicios y un plano de la ciudad. Todo estaba en su sitio en un ambiente distinguido. Lulua me aseguró que no pretendía robarme. No era necesaria tal justificación. Confiaba en ella sin saber porqué. Presentía que algo extraño le había ocurrido a esta joven y un impulso inexplicable me motivaba a averiguar un poco más.

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Parecía una mujer agradecida. Se vino conmigo como quien, después de haber abierto todas las puertas y no encontrar respuestas, se lanza al vacío esperando que alguien esté ahí, en ese preciso instante, para recoger sus despojos. Hablaba lo justo, sólo cuando se le preguntaba, y su rostro reflejaba unas ilusiones frustradas, demasiado íntimas para ser desveladas a una desconocida en un primer encuentro. A pesar de lo cual, confió en mí.  De vez en cuando rezaba muy bajo rompiendo el silencio que le servía de albornoz. Ella sabía que yo no podía entender todas sus palabras, seguramente por mi acento americano y mi dificultad para mantener una conversación fluida en su idioma. No obstante, era consciente de que yo respetaba sus costumbres y su espíritu. Al igual que ella admiraba mi carisma de extranjera en una tierra de hombres. En cualquier caso, era la primera imagen que tenía de mí, como tampoco yo imaginaba que aquel aspecto frágil escondía una fortaleza inusitada.

mujer5Tal era mi situación. Me sentía abatida intentando encontrar la respuesta a cuál sería mi misión. Cualquier periodista sueña con uno de esos reportajes sensacionalistas que hacen saltar al mundo. Lo conseguí. Fui una de esas afortunadas a quienes dan una oportunidad. Pretendía aprovecharla para decir esas cuatro cosas bien dichas que se quedan en la trastienda. Pero el rostro terrible de la postguerra se abalanzó sobre mí y me aterrorizó hasta dejarme sin aliento. Entonces encontré a Lulua.

María Ángeles Chavarría (comienzo de la novela La tercera copia)

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Presentación AVENTURAS LITERARIAS: LAS EXTRAÑAS NOTAS DEL PRESIDIARIO

Aventuras literarias: Las extrañas notas del presidiario es una novela que se desarrolla en la Biblioteca Valenciana de San Miguel de los Reyes. Allí precisamente fue donde tuvo lugar la presentación.

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La ficción y la realidad se unieron a través de un marco capaz de trasladarnos a otras épocas y de envolvernos en su propio misterio.

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El sonido de la guitarra, los buenos amigos que intervinieron y el público asistente se encargaron del resto.

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Al finalizar la presentación, la Biblioteca Valenciana nos obsequió con una interesante visita guiada para todos los asistentes.

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Gracias a todos por elegir la literatura para pasar una tarde estival.

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Recomendación lectora para este verano

La revista Mi biblioteca (revista para bibliotecas públicas) recomienda los siguientes libros para este verano, entre ellos Aventuras literarias: Las extrañas notas del presidiario.

Recomendación Aventuras literarias (MiBiblioteca)

Este libro se presenta mañana martes en la Biblioteca Valenciana, tal como indica la invitación.

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Un avance del índice de esta novela:

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Firma en la feria del libro (28 abril 2013)

El domingo 28 de abril firmé ejemplares de mi última novela Aventuras literarias: Las extrañas notas del presidiario.

Gracias a todos los amigos que, pese a la lluvia, os acercasteis para apostar por la literatura.

Este domingo, 5 de mayo, estaré de nuevo, de 12 a 14 h, por si os animáis.

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MI PADRE ES UN MAGO en TVE 2

El próximo sábado 6 de abril en el programa “Espacio Empresa” de TVE2, a las 13 h (aprox.min.15′),  se hablará del libro MI PADRE ES UN MAGO: LA EMPRESA FAMILIAR VISTA POR UN NIÑO

Portada MI PADRE ES UN MAGO

Mi padre es un mago en TVE 2 copia

Índice:

Capítulo 1.     El dilema

Capítulo 2.     Mi primera asignación: cinco pesetas (o aquí todos ahorramos)

Capítulo 3.     El niño, en la cama, como siempre

Capítulo 4.     Mi primo Olegario con corbata

Capítulo 5.     ¡Heidi lleva el traje rojo!

Capítulo 6.     Papá, ¿estás enfadado?

Capítulo 7.     Avon llama a tu puerta (o Roberta, la chica de las tupperware)

Capítulo 8.     Mi amigo Roque, el del kiosco

Capítulo 9.     Esteban, el señor importante

Capítulo 10.   Silvano, el vendedor de patatas (o cuando las cosas se ponen feas)

Capítulo 11.   Mi papá nunca está enfermo

Capítulo 12.   Hoy toca comida familiar

Capítulo 13.   Hijo, mira a ver quién llama (o ¿por qué a mediodía siempre suena el teléfono?)

Capítulo 14.   Un despido no es sólo decir adiós

Capítulo 15.   El maletín del fin de semana y de las vacaciones

Capítulo 16.   Mi padre es un mago (creó su empresa de la nada)

Capítulo 17.   La decisión

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Comienzo de AVENTURAS LITERARIAS: LAS EXTRAÑAS NOTAS DEL PRESIDIARIO

 Inicio del primer capítulo de Aventuras literarias: las extrañas notas del presidiario

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Es curioso cómo nos afecta un comentario de los demás. Alguien querido arremete contra nosotros y ¡puf! el mundo se desmorona. Nuestros valores se tambalean cuando la autoestima está destemplada. Y nosotros… Nosotros nos convertimos en juguetes de feria a quienes se les ha acabado la batería.

Las emociones mueven el mundo y la mayoría de los mortales, los que al menos no somos fríos y distantes, nos dejamos arrastrar por un instante de rabia, fracaso o desolación.

Me preguntaba por qué todas las ilusiones de una persona pueden irse al traste en un segundo. En serio ¿podían influir tanto unas palabras dichas sin el más mínimo fundamento solo pronunciadas para herir a otra persona?

Por eso me refugié en los libros. Quería tener una segunda opinión.

Yo fui una niña frágil aparentemente. Fui el dardo de envidiosos y abusones. A nadie le gustaba que pensara con voz propia ni siquiera aunque esa voz permaneciera callada, pues ya me guardaba mucho de manifestarme. Pero, eso sí, no me dejaba manipular.

Por eso, en realidad, parecía frágil; pero iba a la mía, por mi camino, por mi senda de palabras y mis confidentes invisibles: los libros.

Y esto me sirvió cuando me convertí en una adolescente, confusa y vulnerable.

En ese momento entró William en mi vida. Justo cuando acababa de cumplir diecisiete años.

Él era ese chico que yo jamás hubiera soñado se fijaría en mí. Líder y altivo, una mirada suya movía a todo el grupo. Los chicos le seguían y las chicas suspiraban por sus huesos. Y yo era la envidia de todas ellas por haberle sabido engatusar. Ahora bien, todavía no sabía cómo. Ni yo misma me creía que el tipo duro de la clase, el más guapo de todos, se hubiese fijado en mí.

Era lógico, pues, que sus deseos fuesen órdenes para mí.

¿Cómo pude ser tan tonta? Pero eso es fácil decirlo ahora que ha pasado un tiempo y veo las cosas desde la distancia. Cuando estás poseída por la pantalla del enamoramiento todo lo ves bajo el prisma que te interesa y tu chico te parece perfecto, haga lo que haga y diga lo que diga; por mucho que sus acciones y palabras te degraden y pisoteen tu autoestima hasta límites insospechados. Pero en esos instantes no ves nada de lo que no te interesa ver. Ni siquiera escuchas las opiniones de las personas cercanas que sabes, a ciencia cierta, no te van a engañar.

La verdad es que nunca me sentí sola. Siempre tuve buenos amigos a quienes comentar mis preocupaciones. Y esos amigos los supe compartir con otros que se encontraron perdidos, que se abatieron a la primera de cambio o que, simplemente, se aburrían de todo lo que esta sociedad ponía a su alcance y querían pasar un buen rato sin fingir delante de nadie. También estaban mis padres, por supuesto, pero a veces pensamos, sobre todo en algunas épocas de nuestra vida, que ellos son de otra pasta, que no nos van a entender porque no son jóvenes o no son modernos o, simplemente, porque son padres. Pero también eso lo descubrí mucho más tarde, después de haber vuelto loca a mi madre con mi “déjame, no me pasa nada” o de dar por perdida la comunicación fluida con mi padre cuando, a la más mínima queja, me salía con el “tenéis demasiadas cosas, no valoráis nada” y otras retahílas por el estilo. Lo malo es que tenía razón, pero yo, en mi papel de adolescente rebelde o pasota o vete a saber qué y con mi ceguera para apreciar lo que realmente tenía valor, era incapaz de reconocerlo. De mis dos hermanos pequeños, mejor ni hablo. Esos solo se encargaban de fastidiarme.

Ser uno mismo, sin perder el norte, es un camino duro. Para quienes se pierdan, les recomiendo los libros. El mejor refugio, incluso para perderse, una biblioteca. A mí, al menos, me sirvió, me sirve. Y mucho.

Allí me sumergí, en una biblioteca con mucha historia. No quería que fuese la de mi barrio. No. Quería una un poco aislada de mi ámbito habitual, para no encontrar a nadie conocido. Y no es porque mis amigos frecuentasen demasiado las bibliotecas ni tampoco porque me importase demasiado la opinión de los demás. Bastante me había afectado ya la opinión de William. ¡Menuda dependencia! No. Lo que buscaba era un poco de recogimiento, aunque esa palabra sonase algo monacal.

Y precisamente fui a parar a un antiguo monasterio. Sin pensármelo dos veces, me dirigí a la Biblioteca de San Miguel de los Reyes.

Lo cierto es que cuando entras allí te sientes muy pequeña; aunque es posible que yo me sintiese así incluso penetrando en un hormiguero de tan diminuta e insignificante como me sentía en aquellos momentos. Había visitado aquel monumental edificio en otras ocasiones, pero solo entonces, sin la compañía de mis compañeros y del profesor de turno que organizó la actividad, fui consciente de la magnitud de tan inmensa obra. Sin embargo, no tenía idea de la dimensión que mi pequeño paso iba a suponer en mi vida futura.

 […]

2 Huella (al final del todo)

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Presentación de AVENTURAS LITERARIAS: LAS EXTRAÑAS NOTAS DEL PRESIDIARIO

GRACIAS  a quienes habéis contribuido a que la tarde de la presentación haya sido inolvidable.

Estuve muy bien acompañada por Mª Jesús Recio y Sonsoles Sancho, además de respadada por tantos buenos amigos, compañeros, alumnos y seres queridos.

Me siendo muy afortunada.

Las imágenes hablan por sí mismas.

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